Contra el foro de empleo, la reforma laboral y la explotación. Hacia la huelga general

Otro año más desembarcan en nuestras facultades con toda una baraja de ofertas de empleo nuestras queridas y amadas empresas, nacionales y multinacionales. Grandes grupos empresariales de toda calaña a venderte lo bueno y fantástico que es trabajar y, sobretodo, lo bonito que es trabajar para ellos.
Es por todos conocido la función que estos grandes grupos cumplen dentro de nuestra sociedad, la perpetuación el espectáculo capitalista como orden imperante, y cuales son sus intereses, maximizar beneficios económicos a costa de lo que sea. Transgénicos, destrucción del territorio, sobreexplotación del medio, evasiones fiscales y estafa financiera son algunos de los crímenes que estas instituciones cometen a diario, crímenes que nos afectan a todos. A estos ataques hay que sumar el maltrato que suponen las condiciones laborales con las que salimos los universitarios al mercado de trabajo, donde no somos mas que buena mercancía a precios irrisorios, contratos temporales, despidos libres, horas extra, trabajos no remunerados o becas que sustituyen puestos laborales. Todo ello corroborado en la última reforma laboral que representa los intereses de estros grupos empresariales a través de la patronal, el Estado y las burocracias sindicales de CCOO y UGT. Frente a todo ello nuestra universidad toma la postura de realizar estos Foros, dando así cobertura y apoyo a todos estos crímenes, una muestra más de cómo la universidad lejos de ser un centro de estudio racional y libre se ha convertido en un instrumento al servicio de la clase dominante, que es la que dicta el modelo de universidad y por tanto qué es lo que se enseña en éstas, recibiendo nosotros una enseñanza mercantilizada y con el único objetivo de apuntalar el sistema.
Frente a la precarización de nuestras vidas solo cabe una respuesta contundente, tomando lo que nos han robado y rechazando aquello que nos degrada como personas. No confiemos en que otros resuelvan nuestros problemas, que la crisis se solucionará con tal o cual medida, esto no va a pasar. Debemos retomar las riendas de nuestras vidas, frente al poder del capital, el poder de la rebeldía y el inconformismo, la organización con nuestros iguales y la solidaridad con aquellos otros grupos que desde otros ámbitos luchen contra está dictadura del capital, tejiendo redes, construyendo la ofensiva como respuesta a sus ataques, la huelga es nuestra arma, los Griegos enseñan el camino.

NO AL FORO DE EMPLEO

FUERA EMPRESAS DE NUESTRAS VIDAS

Federación de Estudiantes Libertarixs – UAM

Coordinadora de Estudiantes UAM

Odiosa ayer, la escuela es ya sólo algo ridículo.

¿Hay que destruirla? Pregunta doblemente absurda. En primer lugar porque ya está destruida. Cada vez menos concernidos por lo que enseñan y estudian -y sobre todo por la manera de instruir y de instruirse-, ¿no se afanan conjuntamente profesores y alumnos en hundir voluntariamente el viejo paquebote pedagógico que hace aguas por todas partes? El hastío engendra la violencia, la fealdad de los edificios incita al vandalismo, las construcciones modernas, cimentadas por el desprecio de los promotores inmobiliarios, se agrietan, se vienen abajo, arden, según el desgaste programado de sus materiales de pacotilla. Además, porque el reflejo de aniquilación se inscribe en la lógica de muerte de una sociedad mercantil cuya necesidad lucrativa consume lo vivo de los seres y de las cosas, lo degrada, lo contamina, lo mata. Acentuar el deterioro no beneficia sólo a los carroñeros de lo inmobiliario, a los ideólogos del miedo y de la seguridad, a los partidos del odio, de la exclusión, de la ignorancia, sino que, además, da razones a ese inmovilismo que no deja de cambiarse de ropaje y enmascara su nulidad con reformas tan espectaculares como efímeras.

En adelante, cada niño, cada adolescente, cada adulto, se encuentra en la encrucijada de una elección: consumirse en un mundo que agota la lógica de una rentabilidad a cualquier precio, o crear su propia vida creando un ambiente que asegure su plenitud y su armonía. Porque la existencia cotidiana no puede ya confundirse por más tiempo con esta supervivencia adaptativa a la que la han reducido los hombres que producen la mercancía y que son producidos por ella.

Una sociedad que no tiene otra respuesta a la miseria que el clientelismo, la caridad y el cambalache, es una sociedad mafiosa. Poner la escuela bajo el signo de la competitividad es incitar a la corrupción, y ésa es la moral de los negocios.

Después de haber arrancado al escolar de sus pulsiones de vida, el sistema educativo intenta cebarlo artificialmente para llevarlo al mercado de trabajo, donde seguirá balbuceando hasta la repugnancia el leitmotiv de su juventud: ¡Que gane el mejor! ¿Que gane qué? ¿Más inteligencia sensible, más afecto, más serenidad, más lucidez sobre sí y sobre las circunstancias, más medios para actuar sobre su propia existencia, más creatividad? No; más dinero y más poder, en un universo que ha consumido el dinero y el poder de tanto ser consumido por ellos.

Nos hundimos en las ciénagas de una burocracia parasitaria y mafiosa en la que el dinero se acumula y gira en un círculo cerrado en lugar de invertirse en la fabricación de productos de calidad, útiles para mejorar la vida y su entorno. El dinero es lo que menos falta, en contra de lo que os aseguran esos a los que habéis elegido; pero la enseñanza no es un sector rentable.

El bestia arribista venciendo al ser sensible y generoso; a eso es a lo que mercachifles en el poder llaman, también ellos, como los brillantes pensadores de antaño, una selección natural.

¿Acaso sólo habremos revocado el absurdo despotismo de los dioses para tolerar el fatalismo de una economía que corrompe y degrada la vida sobre el planeta y nuestra existencia cotidiana? La única arma de la que disponemos es la voluntad de vivir, aliada con la consciencia que la propaga. Si se la juzga por la capacidad del hombre de subvertir lo que le mata, puede ser un arma absoluta. La lógica de los negocios que intenta gobernarnos exige que toda retribución, subvención o limosna consentida se pague con una mayor obediencia al sistema mercantil. No tenéis más elección que seguirla o rechazarla siguiendo vuestros deseos. O entráis como clientes en el mercado europeo del saber lucrativo -dicho de otro modo, como esclavos de una burocracia parasitaria, condenada a hundirse bajo el peso creciente de su inutilidad-, o peleáis por vuestra autonomía, sentáis las bases de una escuela y de una sociedad nuevas, y recuperáis, para invertirlo en la calidad de la vida, el dinero dilapidado cada día en la corrupción ordinaria de las operaciones financieras.

El dinero robado a la vida es puesto al servicio del dinero. Ésa es la realidad oculta por la sombra absurda y amenazante de las grandes instituciones económicas: Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, Acuerdo General sobre las Tarifas Aduaneras y el Comercio, Comisión Europea, Banco de Francia y tutti quanti. Su apoyo a las fundaciones y a los centros universitarios de investigación implica a cambio que sea propagado el evangelio del beneficio, fácilmente transfigurado en verdad universal por la venalidad de la prensa, de la radio, de la televisión.

Hemos nacido, decía Shakespeare, para pisotear la cabeza de los reyes. Los reyes y sus ejércitos de verdugos no son más que polvo. Aprended a avanzar solos y aplastaréis con el pie a los que, en este mundo suyo que se muere, sólo tienen la ambición de morir con él.

Recopilación del texto “Aviso a escolares y estudiantes” (Raoul Vaneigeim)
realizado por Lecturasdeinfancia

Construyendo una Educación verdaderamente libre (Texto de nuestros compañeros de Ciudad Universitaria)

Hemos escrito desde la FEL-CiU este texto que repartirmos durante las movilizaciones por la Enseñanza del 17-N, que esperamos que haya generado este debate tan poco avanzado y negado por la mayoría de grupos políticos.

Una vez más, como lleva ocurriendo décadas, amplios grupos de personas damnificadas ante las nuevas privatizaciones y recortes que en materia educativa planea el Estado dentro de su lógica privatizadora amparada por la ideología neoliberal dominante se reúnen en asambleas omnisoberanas al margen (o ése es su deseo) de sindicatos y partidos cómplices con el sistema, para protestar contra estas nuevas medidas e intentar cambiarlas, convocando una huelga para este 17 de noviembre con vistas a que solucione algo. En esta ocasión, asistimos a una oleada privatizadora general en consonancia con la Educación: Sanidad, Agua, Transporte… Ello nos lleva al encarecimiento y a la hipotecación de nuestras vidas, así como al empeoramiento de nuestras condiciones vitales, pues al dañar los colchones sociales con los que logramos sobrevivir bajo esta jaula urbana en las condiciones predatorias a las que nos esclaviza el capitalismo nos colocamos más a merced de él, más indefensos e indefensas.

En el ámbito universitario, asistimos a la aplicación del EEES/Plan Bolonia, con el nefasto resultado que ello está obteniendo: aumento de tasas, falta de espacio en las facultades, irrupción directa y no disimulada de la propaganda empresarial en la Universidad (patrocinada por ésta)… Además, nos hallamos a medio camino ante la siguiente pulsación privatizadora: laEstrategia Universidad 2015 aumentará dicha privatización, dicha presencia empresarial, las tasas, hará que las universidades compitan entre sí cual empresas y con cánones empresariales, y hará que el Consejo Social, formado por empresas y sindicatos cómplices elija a su rector preferido, eligiendo éste a subsiguientes decanos y decanas.

Es lógico que una organización anarquista como la FEL rechace tanto las privatizaciones como el resto de la población consciente, pues quienes la componemos somos habitantes del mundo capitalista y tenemos la condición de pertenecer al sistema universitario como estudiantes para tener un hipotético porvenir profesional en el futuro; queremos sobrevivir, en otras palabras. Ahora bien, no caemos en el error en el que creemos que cae la mayor parte de la comunidad educativa movilizada: no por rechazar la privatización defendemos el modelo de educación estatal. Este modelo, al que cínicamente el Estado llama público (cínicamente porque, de ser público, la población intervendría en la elaboración de aquello que van a usar; es, pues, estatal, pues es el Estado quien lo elabora y gestiona a su antojo, con el dinero de quienes lo van a sufrir), no creemos que sea deseable, pues sirve para imponer los valores imperantes (en este caso los capitalistas) a la población estudiante, así como para volverla incapaz de gestionar sus propios saberes y hacerla dependiente. Así pues, consideramos que ampararse en la educación estatal y solicitar su reforzamiento frente a la oleada privatizadora no hace más que colaborar con el propio sistema hacedor de estas privatizaciones, algo similar a quien vota al PSOE porque el PP no le contenta o viceversa, cuando ambos forman parte del Estado capitalista. Tanto el modelo estatal como el privado tienen el mismo origen y el mismo objetivo nocivo, y por ello nos oponemos a ambos, y los criticamos sin ampararnos en el otro.

Nuestra propuesta es la de una Educación verdaderamente libre y autogestionada, alejada de los cánones autoritarios y capitalistas del Estado y las empresas, realizada por y para la población, sin burócratas intermediarios ni intereses de ningún tipo. Sólo así podremos hablar de una educación libre y pública.

Federación de Estudiantes Libertarixs – Ciudad Universitaria

Extraído de http://felciu.wordpress.com/

Dialéctica del Cénit y el Ocaso

Texto de Miguel Amoros basado en la charla de título «Desarrollismo y Progresismo» enmarcada dentro de las «Jornadas Crítica al Progreso» organizadas por la Federación de Estudiantes Libertarios de la Universidad Autónoma de Madrid(FEL-UAM).

Audio de la Charla: http://dl.dropbox.com/u/1466770/Audios/Amoros-Desarrollismo%20y%20Progresismo%28FEL%29.3gp

DIALÉCTICA DEL CENIT Y EL OCASO

El capitalismo ha alcanzado su cenit, ha traspasado el umbral a partir del cual las medidas para preservarlo aceleran su autodestrucción. Ya no puede presentarse como la única alternativa al caos; es el caos y lo será cada vez más. Durante los años sesenta y setenta del pasado siglo, un puñado de economistas disconformes y pioneros de la ecología social constataron la imposibilidad del crecimiento infinito con los recursos finitos del planeta, especialmente los energéticos, es decir, señalaron los límites externos del capitalismo. La ciencia y la tecnología podrían ampliar esos límites, pero no suprimirlos, originando de paso nuevos problemas a un ritmo mucho mayor que aquél al que habían arreglado los viejos. Tal constatación negaba el elemento clave de la política estatal de posguerra, el desarrollismo, la idea de que el desarrollo económico bastaba para resolver la cuestión social, pero también negaba el eje sobre el que pivotaba el socialismo, la creencia en un futuro justo e igualitario gracias al desarrollo indefinido de las fuerzas productivas dirigidas por los representantes del proletariado. Además, el desarrollismo tenía contrapartidas indeseables: la destrucción de los hábitat naturales y los suelos, la artificialización del territorio, la contaminación, el calentamiento global, el agujero de la capa de ozono, el agotamiento de los acuíferos, el deterioro de la vida en medio urbano y la anomia social. El crecimiento de las fuerzas productivas ponía de relieve su carácter destructivo cada vez más preponderante. La fe en el progreso hacía aguas; el desarrollo material esterilizaba el terreno de la libertad y amenazaba la supervivencia. La revelación de que una sociedad libre no vendría jamás de la mano de una clase directora, que mediante un uso racional del saber científico y técnico multiplicase la producción e inaugurara una época de abundancia donde todos quedaran ahítos, no era más que una consecuencia de la crítica de la función socialmente regresiva de la ciencia y la tecnología, o sea, del cuestionamiento de la idea de progreso. Pero el progresismo no era solamente un dogma burgués, era la característica principal de la doctrina proletaria. La crítica del progreso implicaba pues el final no sólo de la ideología burguesa sino de la obrerista. La solución a las desigualdades e injusticias no radicaba precisamente en un progresismo de nuevo cuño, en otra idea del progreso depurada de contradicciones. Como dijo Jaime Semprun, cuando el barco se hunde, lo importante no es disponer de una teoría correcta de la navegación, sino saber cómo fabricar con rapidez una balsa de troncos. Aprender a cultivar un huerto como recomendó Voltaire, a fabricar pan o a construir un molino como desean los neorrurales podría ser más importante que conocer la obra de Marx, la de Bakunin o la de la Internacional Situacionista. Eso significa que los problemas provocados por el desarrollismo no pueden acomodarse en el ámbito del saber especulativo y de la ideología porque son menos teóricos que prácticos, y, por consiguiente, la crítica tiene que encaminarse hacia la praxis. En ese estado de urgencia, el cómo vivir en un régimen no capitalista deja de ser una cuestión para la utopía para devenir el más realista de los planteamientos. Si la libertad depende de la desaparición de las burocracias y del Estado, del desmantelamiento de la producción industrial, de la abolición del trabajo asalariado, de la reapropiación de los conocimientos antiguos y del retorno a la agricultura tradicional, o sea, de un proceso radical de descentralización, desindustrialización y desurbanización debutando con la reapropiación del territorio, el sujeto capaz de llevar adelante esa inmensa tarea no puede ser aquél cuyos intereses permanecían asociados al crecimiento, a la acumulación incesante de capital, a la extensión de la jerarquía, a la expansión de la industria y a la urbanización generalizada. Un ser colectivo a la altura de esa misión no podría formarse en la disputa de una parte de las plusvalías del sistema sino a partir de la deserción misma, encontrando en la lucha por separarse la fuerza necesaria para constituirse.

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